Destruir al INE es matar a la democracia y regresar a la Dictablanda

| Cuatro Poderes | por Jorge Arturo Estrada | El presidente tiene miedo. El tiempo se le agota. Sabe que sus candidatos podrían perder la elección presidencial del 2024. Decidió que su último recurso, para conservar el poder, es comportarse como un déspota. En ese plano, ha tomado la decisión de demoler al Instituto Nacional Electoral, quitarle al INE su autonomía, su independencia y de paso arrebatarnos la libertad de elegir gobernantes a todos los mexicanos. Él quiere convertirse en el gran elector. En el único, en el mandamás absoluto.
Los legisladores morenistas lo obedecerán ciegamente, ya se sienten parte de una casta dorada que se alimenta de migajas del poder de Andrés Manuel López Obrador. Por su parte, los priistas y demás opositores, están listos para pactar el perdón de sus pecados de corrupción, a cambio de sus votos. En lo individual o en bloque, da igual.
Mientras, los ciudadanos observamos pasmados cómo la clase política se reparte el poder y los miles de millones de pesos de los mexicanos. Somos testigos mudos, fatalistas e indiferentes de los excesos de los políticos mexicanos.
Ya no hay líderes. AMLO se quedó solo y se sabe todopoderoso. En cuatro años construye poco y destruye mucho, pero ya dobló a todos sus adversarios en las élites. No hay líderes, en las redes solamente hay gritones, que si salen de Twitter no conectan con personas de carne y hueso.
México está desmoralizado, cada día asesinan a cerca de 100 personas, la pandemia dejó casi un millón de muertos en dos años. No hay medicinas, vacunas, citas, médicos ni hospitales públicos, en buen estado. Mucho menos existen policías, dispuestos a recuperar la seguridad para los ciudadanos.
Ya ni siquiera tenemos ciudadanos. Los mexicanos leemos poco, no aprendemos de política, ni nos gusta discutirla, somos malos ciudadanos y por eso estamos destinados a ser gobernados por los peores.
Somos una sociedad mutilada, fallida e incapaz de emitir un grito de protesta al unísono. Ya nos dividieron más que nunca, nos colgaron etiquetas y ya somos incapaces de unirnos y defender la libertad y la democracia. Los políticos lo pudrieron todo y nosotros se los permitimos. Tardamos 90 años en construir la democracia y ahora un grupo de impresentables, en el poder, la quieren destruir.