La marcha del 15-N: por qué importa, quién la impulsa y qué está en juego

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Adncoahuila

México anda con los nervios a flor de piel. Hay una convulsión silenciosa, forjada en pantallas de celular. Esa tensión se concentra en la convocatoria para el 15 de noviembre: una marcha que fue lanzada por la llamada generación Z, jóvenes con la mirada y el pulgar siempre encendidos, pero con la rabia prendida. Surge con fuerza a partir del asesinato de Carlos Manzo, presidente municipal de Uruapan en Michoacán. Ese parece ser el catalizador de un movimiento social incipiente. La indignación brota con fuerza, por muchos frentes.

Esta no es una manifestación más. No habla solo de política vieja, ni de reclamos tradicionales. Es una protesta digital que cruza a lo físico. Se siente como un grito que surge del feed de TikTok, de los grupos de Facebook, de historias de Instagram: un “ya basta” en formato video corto, acompañado de hashtags y memes, pero con vocación de llenar avenidas.

¿Qué es la marcha del 15-N y por qué se hizo?

Es la cita pública más grande convocada por jóvenes que nacieron entre finales de los 90 y mediados de los 2000: la Generación Z mexicana. Su reclamo es muy directo: quieren seguridad, quieren oportunidades, acceso real a un país que para muchos parece montado sobre círculos viciosos de corrupción y desigualdad.

No es solo descontento. Es descontento con raíz digital y con escalas reales. Estos jóvenes crecieron con Wi-Fi, con TikTok como ventana al mundo, y saben que pueden hacer viral una idea. Pero también saben que no basta con un video: hay que salir, caminar, encontrarse.

¿Cuándo y dónde será?

La marcha se realizará el sábado 15 de noviembre de 2025, en la Ciudad de México. El punto de partida será el Ángel de la Independencia, un símbolo histórico, y el destino final: el Zócalo, corazón político del país. Las autoridades ya han anunciado rutas alternativas, cierres viales y un despliegue de seguridad. No es un pequeño flashmob: se espera visibilidad real.

Pero no se queda solo en CDMX. También hay convocatorias en más de 30 ciudades de distintos estados, lo que sugiere que no es un fenómeno local, sino nacional. Es una marcha con eco múltiple.

¿Quién está detrás y cómo surgió?

No hay un “líder máximo” reconocido públicamente. Al frente, más bien, hay un colectivo difuso: “Generación Z México” aparece como bandera, pero detrás operan múltiples cuentas jóvenes, creaciones recientes en redes y comunidades locales.

Al mismo tiempo, hay voces mayores, figuras públicas y empresarios que han amplificado el mensaje. Y eso ha encendido las alertas: el gobierno acusa que no todo es espontáneo. Señala que podría tratarse de una operación mediática con recursos, bots, cuentas creadas para dar eco. También se habla de una campaña digital que, según autoridades, podría haber costado más de 90 millones de pesos en anuncios y difusión.

Esa acusación ha puesto en el centro no solo a los jóvenes, sino a empresas, influencers y figuras políticas. Se mezcla lo simbólico con lo estratégico: si parte de esa marcha fue pagada o impulsada con dinero, deja de ser solo protesta; se vuelve jugada política.

¿Por qué este momento?

El contexto ayuda a entender por qué se gestó justo ahora:

  • Inseguridad: muchos jóvenes sienten que sus ciudades no son seguras, que la violencia no va a ceder, y que sus vidas también pueden ser parte del reporte diario.
  • Desigualdad y desempleo: aunque vivan en un mundo digital, muchos de estos jóvenes conocen la precariedad laboral, las becas que no alcanzan, los trabajos temporales sin futuro.
  • Exclusión política: creen que no están escuchados, que las estructuras políticas tradicionales no representan su visión o sus intereses.
  • Rabia digital: han visto sus derechos debatidos en redes, han compartido mensajes, memes y videos; ahora quieren transformar ese ruido en impacto real.

Además, el país vive un momento especial: el gobierno de Claudia Sheinbaum (y su partido Morena) enfrenta críticas en varios frentes, y una movilización juvenil potente podría agitar aún más el tablero.

¿Qué se espera y qué podría pasar?

Las expectativas están por las nubes: para muchos, el 15-N es una oportunidad para que la generación Z demuestre que ya no va a quedarse solo en el chat. Que puede caminar y ocupar espacios. Que quiere ser parte activa del cambio.

Pero hay riesgos reales: el gobierno teme infiltraciones, el uso de esa protesta para fines políticos o incluso para desestabilizar. Si hay incidentes, podría haber confrontaciones fuertes o una narrativa de que la marcha no fue pacífica. Si los jóvenes muestran disciplina y gran número, la marcha puede marcar un antes y un después.

Hay también una ventana de oportunidad: si la convocatoria es genuina y los jóvenes se organizan bien, pueden presionar para que sus demandas no queden en discurso. Podrían impulsar cambios reales: más recursos para jóvenes, mejor seguridad, nuevos espacios de participación.

¿Por qué debería importarte, incluso si no te interesa la política?

Porque esta marcha no es solo un grito electoral: es, para muchos, un salto generacional. Es la primera protesta verdaderamente digital de muchos jóvenes, y eso tiene consecuencias. Si ganas algo para ti, no importa si tu activismo nació en TikTok o en tu grupo de WhatsApp. Si pierdes, puede que la próxima generación también pierda su oportunidad.

Y porque, en el fondo, esta marcha habla de algo universal: de cómo las voces que crecieron con un celular en la mano están descubriendo que no solo pueden crear contenido, sino cambiar realidades.