Trump presiona más: México, entre la corrupción morenista y la piñata de Washington

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Adán Augusto, Rafael Ojeda y hasta los hijos del presidente aparecen en la trama de corrupción que estalla justo cuando Washington exige más cooperación.

Por: Jorge Arturo Estrada. | La presión de Donald Trump sobre México, es cada día, más intensa. Ya no es un amago, es más bien un reloj de arena que corre en contra de la estabilidad política y económica del país. Mientras tanto, en el tablero nacional, los escándalos de corrupción estallan y marcan al expresidente, Andrés Manuel López Obrador, y arrastran a sus cercanos en una espiral de desprestigio.

El nombre de Adán Augusto López resuena, negativamente, con fuerza en los pasillos del poder. La “Barredora”, quedó en el foco de las investigaciones estadounidenses, como un grupo delictivo surgido en Tabasco, en los sexenios de AMLO y Adán Augusto.

Asimismo, el discurso de austeridad y honestidad morenistas ya no convencen. Cada día, emergen escándalos de corrupción e investigaciones que lo mismo salpican a gobernadores, que a personajes políticos de todos los tamaños, y que ahora se involucran en el delicado terreno de la seguridad nacional. Para Washington, el fantasma del terrorismo, en México, empieza a convertirse en una coartada perfecta, para forzarlos a abandonar los abrazos sin balazos.

En la actualidad, se registra el caso de megacorrupción más grave en la historia del país.. El huachicol fiscal involucra al exsecretario, de Marina,  Rafael Ojeda y a mandos que, durante el sexenio lopezobradorista, tejieron negocios turbios con combustible y favores cruzados, por 170 mil millones de pesos, reportan varias fuentes. El escándalo alcanza a las amistades de los hijos del presidente, quienes, entre rumores y documentos, aparecen ligados a concesiones, contratos y privilegios.

Lo peor es que no hay desenlaces claros. Los expedientes se atoran en los escritorios, mientras las conferencias matutinas esquivan las preguntas, y la ciudadanía asiste a un espectáculo en donde a nadie se castiga. La estrategia parece ser el desgaste, el silencio persistente y la esperanza de que el tiempo y la demagogia entierren los pecados.

Pero al norte del Río Bravo no hay paciencia. Trump fijó un plazo para renegociar aranceles y las bases del tratado de libre comercio. El mensaje es claro: si México no coopera más en el combate a los cárteles y al fentanilo, los costos llegarán en forma de impuestos, restricciones y humillaciones diplomáticas. La nueva presidenta ya entendió la señal y comenzó a atender más sugerencias de Washington.

El ejemplo de Venezuela se proyecta con crudeza. La fragilidad institucional, la corrupción enquistada y la presión extranjera son unas mezclas que México no puede darse el lujo de ignorar. Cada golpe mediático, cada captura de capos y cada decomiso de droga se convertirá en trofeo político para la Casa Blanca, en donde Trump buscará exhibir que su mano dura da resultados.

México, una vez más, es piñata electoral. Y mientras en medios se debaten nombres y responsabilidades, en Washington ya se decide cuánto más apretar a nuestro país, a medida que se acerca el año electoral estadounidense y los escasos triunfus trumpistas en Ucrania y oriente medio. Vienen cosas intensas. Veremos.