Clara Porset cambió a México con una silla

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La autora del asiento Butaque implantó el gusto por el interiorismo en las clases populares. Ahora la Universidad Autónoma de México reconoce su obra con una beca en su nombre para las diseñadoras que continúen su lucha.

 

extraNEWS 12 08 2019 BEGOÑA MARÍN.- Defensora de la artesanía tradicional y del modernismo, Clara Porset fue una profesora revolucionaria que introdujo el gusto por el diseño en las clases populares. Trabajó mano a mano con arquitectos como Luis Barragán y Mario Pani y sus muebles están considerados la quintaesencia del funcionalismo nacional mexicano. Nacida en Cuba en 1895, la diseñadora impartió clases en la facultad de Arquitectura de México durante apenas unos meses, pero los estudiantes la siguieron hasta la tumba y su legado se mantiene hasta hoy. Por ello ahora la universidad reconoce su obra con una beca para promocionar la formación de diseñadoras industriales.

Su mueble insignia fue la Silla Butaque, descrito como el mejor icono mestizo. Se trata de una adaptación de la silla de caderas española y la Savonarola de origen italiano. Algunos autores creen que el butaque también tiene reminiscencias de la silla femenina de montar de origen mudéjar, llamada jamuga o de tijera.

Este asiento se convirtió en uno de los más populares de México y adoptó distintas formas según la región. Por ejemplo, en Tehuantepec se usaron tiras transversales de madera para formar el respaldo, y en Veracruz se elaboraron con bejuco tejido en ojo de perdiz para que fueran más frescos. Barragán se enamoró de este mueble y lo utilizó de modo recurrente en sus obras. Clara diseñó específicamente uno para la primera casa del arquitecto, ubicada en la calle General Francisco Ramírez, y lo llamó “Miguelito”.

Su afán de que todos pudieran disfrutar del diseño con independencia de su nivel adquisitivo solo era compartido solo por la intelectualidad revolucionaria. La gente seguía pensando en alcanzar los niveles del gusto burgués de la época anterior a la revolución. En la época de Stalin, por ejemplo, algunas estaciones del Metro de Moscú se construyeron con el lujo de un palacete zarista: el arte burgués al alcance del proletariado. En México sucedía algo parecido.

 Como consecuencia, Clara solía mencionar el siguiente texto de José Clemente Orozco: “Las salas de las casas burguesas están llenándose de muebles y objetos proletarios como sillas de tule, ollas de barro y candeleros de hojalata; mientras que un obrero, en cuanto tiene suficiente dinero para amueblar su casa, se compra un pullman forrado con gruesos terciopelos, un desayunador o un juego de esos muebles rarísimos construidos con tubo de hierro niquelado, gruesos cristales y espejos biselados”.

El diseño fue solo un canal para mostrar su pasión y preocupación por la cultura tradicional e indígena, por conservar las raíces. Clara falleció a los 86 años, donando sus bienes, archivo y biblioteca a la facultad de Diseño Industrial en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Autónoma de México. Quiso poner su obra al alcance de cualquiera y que se premiara a las mujeres que siguieran con su lucha a través del diseño. Quería mujeres formadas. Hoy la Universidad de México otorga tres becas y seis menciones honoríficas para las diseñadoras que sigan su legado.

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