La Cuarta Transformación sepultó a la primavera democrática en México

Tras 25 años de avances democráticos, el régimen de AMLO y su proyecto transexenal destruyen instituciones, libertades y procesos electorales. Como en Venezuela, en México se consolida un régimen sin oposición real, sin justicia independiente y con un futuro electoral simulado. La herencia de López Obrador amenaza con perpetuarse.
Por: Jorge Arturo Estrada | Las nubes de tormenta acechan al país. La Cuarta Transformación logró destruir a la democracia. En las próximas semanas, se consolidará otra época de autoritarismo en México. Ya con los tres poderes de la república tomados por el morenismo y los contrapesos autónomos destruidos, el país se despide de la primavera democrática, que solamente duró 25 años. El proyecto transexenal de Andrés Manuel logró demolerla.
La elección del poder judicial será una farsa. El acarreo de los morenistas será descarado. Ya se establecieron las cuotas, a los gobernadores y alcaldes, morenistas. En Palacio Nacional están nerviosos. Ellos desean que las urnas llenas legitimen el proceso viciado de origen. El Instituto Nacional Electoral se ha prestado a convalidar la farsa. Los ciudadanos no contarán los votos, no inutilizarán boletas no usadas y los conteos se harán a puertas cerradas. Las cifras se conocerán varios días después y acaban de aprobar un conteo en mil casillas para tratar de imponer una afluencia respetable a las urnas. Morena y sus legisladores seleccionaron, e impusieron, a los candidatos a jueces y ministros.
En la actualidad, el país atraviesa por momentos difíciles. López Obrador heredó un país emproblemado en varios frentes. El gobierno de Sheinbaum no logra descifrar los retos del legado tóxico y simultáneamente lidiar con las exigencias de Donald Trump.
Claudia no puede brillar, a pesar de no tener oposición, y pasa de obstáculo en obstáculo, muchas veces, a tropezones. La inseguridad y los homicidios persisten. La deuda externa crece y las obras de la nueva mandataria se retrasan, o ni siquiera inician. El tabasqueño, exprimió las arcas públicas. Entramos en recesión, los empleos nuevos de calidad ya no se generan. La incertidumbre, sembrada por las acciones de Trump, impera.
Algunos observadores, de la política, señalan que México se irá venezolanizando rápidamente. Vendrán más arbitrariedades y represiones. Se endurecerán las leyes, se cancelarán libertades, autonomías, contrapesos y se establecerán candados autoritarios. Y, así, viviremos procesos electorales simulados. Que se convertirán en farsas grotescas como las que organiza Maduro.
Cabe recordar que, Hugo Chávez, llegó al poder en Venezuela el 2 de febrero de 1999; ganó las elecciones presidenciales de 1998, con el Movimiento V República y nunca dejó la presidencia hasta su muerte, el 5 de marzo de 2013. Tras la muerte de Chávez, Nicolás Maduro asumió la presidencia interina, el 5 de marzo de 2013. Fue ratificado, como presidente constitucional el 19 de abril de 2013. Y, desde entonces no ha dejado el cargo, pese a reiterados fraudes electorales.
En este momento, la preocupación principal del gobierno federal es la potencial ausencia de votantes, el primer domingo de junio. De esta forma, se han puesto en operación las estrategias de movilización, en las colonias y barrios, por parte de los Servidores de la Nación. Los acarreos de los beneficiarios de las Becas del Bienestar serán masivos.
Este proceso, es una de las fases finales del Plan C dictado por AMLO, y ejecutado por este gobierno, para controlar el poder político del país. Será uno de los últimos clavos en el ataúd de la democracia. La Cuarta Transformación logró acabar con ella. Las cosas se ponen intensas. Veremos.