Choque de Poderes: Crisis Constitucional y el Autoritarismo de la 4T

El conflicto entre el Poder Judicial y el Ejecutivo desata inestabilidad en México. La influencia de AMLO y Sheinbaum en la erosión de las instituciones se acrecienta, mientras el país se enfrenta a una nueva etapa de incertidumbre política y social.
Por: Jorge Arturo Estrada | Estalló la Crisis Constitucional. El conflicto, del choque de poderes, ya genera inestabilidad e incertidumbre. Es el legado de la ambición de poder del expresidente, Andrés Manuel López Obrador. Todo surgió, cuando un personaje, lleno de rencores y con ánimos de revancha, llegó al poder. Rápidamente se apoderó de todo. Sus adversarios eran, notablemente inferiores. La decadencia los había alcanzado. Ahora, él toma una estatura de gigante y puede remodelar el país, a su antojo. Va a convertirlo, en uno a la altura de sus resabios, para que sigan generándole más poder.
El autoritarismo se asoma. Las leyes se modificaron, el INE y el Tribunal Electoral están doblegados. El poder legislativo es un rebaño de corderos a las órdenes del tabasqueño. El Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información, Inai, y demás organismos autónomos están en trámite de ser disueltos. Andrés Manuel no se detiene, Claudia Sheinbaum cumple su encomienda, ya desde la presidencia del país. Para eso la escogió López Obrador y la hizo ganar.
El último obstáculo es el Poder Judicial, que ha resistido años de desprestigio y ataques. El papel principal, del Poder Judicial, es defender a los ciudadanos contra actos autoritarios, de injusticias de los funcionarios públicos y de las élites políticas y económicas.
Desde Palacio Nacional se lanzan las amenazas y los desafíos. No se acatarán los mandatos ni las disposiciones judiciales, que suspenden las reformas constitucionales; las que se hicieron mal, sin cuidar los requisitos formales y legales en el Poder Legislativo. El regalo que se le dio al tabasqueño, está infectado de ilegalidad.
Ya entramos a una etapa terrible. El Poder Ejecutivo se siente por encima de los demás, incluso de las leyes, y de la Constitución. Ahora deciden litigar en La Mañanera. Desprecian las instancias legales. Ya también, destruyen al Estado de Derecho. Andrés Manuel no se atrevió a hacerlo, él simplemente insultaba y atacaba con su irónica frase de “no me vengan, con que la ley es la ley”.
Corrupción y nepotismo ya son marca de la 4T. Con descaro el expresidente se decía honrado y con plumaje limpio. Con esta premisa construyó su gobierno. Ahora, Claudia, bajo la premisa de sus votos, se pone por encima de las leyes y de la constitución que juró cumplir y hacer cumplir.
Ya no existe la Guerra de Calderón. Pero los homicidios se multiplicaron, ya rebasan los 200 mil. Ahora, hay grandes territorios tomados por la delincuencia y los ciudadanos indefensos. La Guardia Nacional, armada hasta los dientes, solamente se pasea en algunos lugares, para evitar molestias, se voltean al otro lado.
Dos personajes, ampliamente desprestigiados como Ernestina Godoy y Arturo Saldívar son los encargados de: “defender las razones por las cuales no se justifican las acciones judiciales”. No tienen argumentos sólidos, y se envuelven en la demagogia. Claudia, amenaza con castigar a las juezas que la desafían. Sin embargo, no acuden a los tribunales a defender su caso. Ya se sienten por encima de ellos, de los jueces y del alcance de las leyes vigentes.
Definitivamente, entramos en otra etapa de la vida política del país. La autoridad moral, que describía López Obrador, se ha transformado en autoritarismo que destruye al poder judicial. Ya solamente su poder es el que importa, no la letra de la ley.
La estrategia actual es igual a la del tabasqueño. atacar al Poder Judicial y amenazar a los jueces. Así, persisten en el desacato y se mantienen lejos de los tribunales y se limitan al discurso e inserciones en medios.
El país pagará las consecuencias. Pero, aun en la ruina, como Venezuela, seguirá siendo un enorme pastel para sentirse un tlatoani, adorado, venerado y transformador.
Hacia la social democracia no vamos. El “humanismo mexicano”, dejó morir a un millón de mexicanos y a asesinar a 200 mil; ya son más de 100 mil desaparecidos. Al sistema de salud lo dejó en ruinas, es obra suya, sin medicinas, sin tratamientos, sin servicios médicos, con hospitales decrépitos e insuficientes. La educación la volvieron dogmática, sin calificaciones, sin prueba PISA, sin énfasis en resolución de problemas y comprensión lectora.
Su maderismo es pose. Lo suyo es el porfirismo que duró 30 años. El tabasqueño aspira regresar a la silla del Águila. Ya sea en el 2030 o antes. Veremos.