El poder sin límites: López Obrador y su cruzada contra los contrapesos
La lucha por el futuro de México: democracia o autoritarismo bajo AMLO | El México actual, es una potencia económica atrapada entre la pobreza y la inseguridad. La destrucción de los contrapesos y las instituciones autónomas es el precio que pagamos con AMLO.
Por: Jorge Arturo Estrada | El estilo personal de gobernar ha marcado a generaciones de mexicanos. No siempre en forma positiva. Demasiado poder puede llegar a intoxicar. Es enorme el poder que otorga la presidencia de la república. No cualquiera puede con esa responsabilidad. Son pocos, mandatarios, los que han estado a la altura de ese mandato. Andrés Manuel, se mantuvo en permanente combate con sus contrapesos a los que etiquetó de adversarios, así los fue demoliendo, de uno por uno. Ya se convirtió en el político más poderoso del país, La batalla decisiva será en este fragoroso cierre de sexenio de López Obrador. Nuestra democracia está en riesgo, le estorba a los planes del tabasqueño.
Así, México, a pesar de ser una potencia económica de clase mundial, también es una enorme fábrica de pobres. Es un país violento e inseguro, con la brújula extraviada; en donde, los ciudadanos se volvieron apáticos. Entonces, los ciudadanos, agobiados en su vida cotidiana, prefieren recibir dinero, mentiras y corrupción a cambio de sus votos. La primavera democrática se agotó. Sólo un triunfo, milagroso, en el senado, podría detener la destrucción de la democracia. Morena ya anunció que esa demolición, será un gran regalo que le harán al tabasqueño antes de que se vaya, en menos de un mes.
Es un regalo para el vengativo tabasqueño que disfruta aplastar “adversarios”, en este caso al poder judicial, a los organismos ciudadanos, a los autónomos, que han servido de contrapesos, a su visión autoritaria del poder. Incluso, la transparencia, el INE, los Derechos Humanos van en camino a extinguirse. También, desaparecerían el derecho de Amparo, el mecanismo indispensable para la defensa ante los abusos del poder. El alma de Andrés Manuel es la de un viejo priísta autoritario, que gobernó con desplantes y venganzas. Nos metió en una dinámica de polarización.
Ahora, entramos a un tramo fragoroso. López Obrador considera, que entre el 31 de mayo y el viernes pasado, nuestra moneda se haya devaluado en 17 por ciento es solamente una casualidad. Así lo expresa públicamente, sin recato.
En su óptica, las críticas de gobiernos como los de Estados Unidos y Canadá, nuestros principales socios comerciales, son solamente “acciones intervencionistas en un país soberano”. La realidad muestra que las inversiones extranjeras nuevas están detenidas y en riesgo de no llegar; y ya ascienden a más de 37 mil millones de dólares, según los expertos.
Así, opina que el movimiento de los trabajadores del Poder Judicial, en contra de la reforma, “es una reacción de los conservadores, que quieren mantener sus privilegios”. Sin embargo, el T-MEC es el motor económico del país, pero eso no le importa, juega a las vencidas con el Imperio y dice que no se atreverán a afectarnos.
No obstante, en este segundo cuarto del siglo 21, el petróleo ya nunca será panacea para México. Ni siquiera servirá de mucho, si algún día logramos ser autosuficientes en gasolinas.
Con un modelo similar, en los años setenta, los expresidentes Luis Echeverría y José López Portillo, quisieron consolidar un gobierno paternalista, enorme, y eso fue catastrófico. Ambos, quisieron mantener miles de empresas en manos del gobierno, con cientos de miles de empleados, y las volvieron ineficientes, ruinosas, una carga económica enorme para el país y un lastre para el desarrollo. Esos gobiernos se financiaron con préstamos internacionales, con los cuales se generaron las mega deudas externas en dólares y una serie de mega devaluaciones.
AMLO ya recurre a la deuda externa. Regala dinero a millones de hogares. El 60 por ciento de los mexicanos requiere dinero para completar sus gastos, vivimos endeudados y agobiados. La economía nacional va mal.
Mientras, él ya se convirtió en el ´político más poderoso de México. Su proyecto de poder personal se impuso. Él mantiene al país y a sus instituciones en un puño. Su sucesora, Claudia Sheinbaum, tendrá el poder formal de la banda presidencial. El poder de facto queda en manos de López Obrador. Él administrará el ritmo y la cesión de éste a su sucesora. Vienen cosas interesantes. Veremos.