| Estalla bomba política en el Palacio Nacional, la justicia y la política apestan

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| Cuatro Poderes | Por: Jorge Arturo Estrada | Julio Scherer, detonó una bomba en el cetro del poder de México. La hizo estallar, justo junto al despacho del presidente Andrés Manuel López Obrador.  El eje legal, en el que se sustenta del país quedó evidenciado como un grupo personajes de una tragicomedia; sus conductas y ambiciones personales los orillaron a comportarse igual a los corruptos de antes, como siempre lo fueron. En ese ecosistema político germinaron y maduraron.


El exconsejero Jurídico de la Presidencia, Julio Scherer Ibarra, acusó a la senadora, ex magistrada y ex secretaria de gobernación, Olga Sánchez Cordero y al fiscal federal, Alejandro Gertz Manero de tráfico de influencias y que quererlo involucrar en ilícitos falsamente por sendas venganzas. En una carta, publicada en Proceso, Scherer deja claro que el fiscal usó el poder de su cargo para extorsionar a varios acusados y para tramitar e influenciar asuntos personales con la justicia, los jueces y magistrados. Lo mismo señaló en el caso de Olga Sánchez Cordero,

El tráfico de influencias y de intereses personales de los tres abogados, tan cercanos al presidente López Obrador, tan afectos a acumular fortunas y propiedades de lujo, revelan muchas cosas respecto a la forma en que la justicia y la política están podridas en este país.

En la presidencia, en la fiscalía, autónoma, en el gabinete, en la Suprema Corte. en el senado y en muchos lugares más, las marcas de la corrupción son evidentes. Ya la Cuarta Transformación se quedó en slogan. Este gobierno resultó un paraíso para corruptos, en el cual el tlatoani los consiente, los premias y los absuelve con poses y discursos.

La renuncia de Gertz y Olga debe ser inmediata, si les queda un resto de honorabilidad deben hacerlo. En otro caso, el presidente debe casarlos fulminantemente, así como los designó. Los senadores serian el camino. SI ni no lo hace, su gestión en la presidencia pasará a la historia, como la de un mandatario protector de sus corruptos y persecutor de los adversarios. Como un simulador.

La carta es contundente: “Sólo un favor, me había pedido y que yo se lo había negado: impedir que su cuñada Laura Morán y la hija de esta, Alejandra Cuevas Morán, obtuvieran un amparo. Lo pidió el fiscal, sí, a sabiendas de que era un acto ilegal”. Julio Scherer Ibarra dejó muchas cosas en claro.