| Guadiana es considerado como el rival más débil por panistas, priistas y morenistas

Adncoahuila

Cuatro Poderes |Por Jorge Arturo Estrada .- Armando Guadiana no sabe ganar elecciones. Es el más simpático y carismático de los tres suspirantes morenistas que aspiraban a ser candidatos a gobernador de Coahuila. Sin embargo, le falta visión para armar un proyecto y la disciplina para ejecutarlo, y ha mostrado incapacidad para construir campañas ganadoras. Adicionalmente, Morena Coahuila, poco aporta, ya que es un fracaso como organización, ni siquiera son capaces de realizar elecciones internas. Por eso, es considerado el rival más débil de los guindas.

El sabinense, no juega en equipo, le gusta más usar a su reducido séquito de dos o tres personas, multiusos, que no tienen tiempo para ejecutar todas las tareas que demanda una campaña electoral estatal. De esta forma, Don Armando ya ha perdido dos elecciones de tres en las que ha participado en los últimos cinco años.  Su designación causó molestia en su partido y alivio entre panistas y priistas.

Es evidente, que la encuesta la ganó Guadiana y que Ricardo Mejía no es tan conocido ni tan apreciado todavía. Pero su estilo de competencia no es de ganador en un estado con una estructura priista tan sólida y profesionalizada. En la elección que lo llevó al senado, fue beneficiario del tsunami obradorista, que en el 2018 arrasó a lo largo y ancho del país. Además, desde hace sexenios el PRI local pierde las senadurías, no le pone ni mucho dinero ni entusiasmo.

Guadiana no es un mal candidato, conecta bien con la población de todos los sectores sociales. Él proviene de una familia de mineros y estudió becado en el Tec de Monterrey, desde preparatoria hasta Maestría. Es simpático y penetra entre la población.  Además, es un exitoso hombre de negocios que hizo fortuna con sus empresas y regresó a la política activa a los casi 70 años de edad.

Sin embargo, no sabe ganar elecciones, conecta bien con el electorado, pero no forma estructuras ni para hacer campañas, ni para cuidar los votos, ni para movilizar votantes. No ha aprendido a comunicar con eficiencia, su discurso es disperso y se diluye. Él se conforma con salir en medios y hacer ruido, sin cuidar si su mensaje fue visto, comprendido y compartido. Adicionalmente, su presencia en redes es rudimentaria, poco profesional; y sus acciones de campaña, se dan más con base en ocurrencias y tienen poca consistencia. Las métricas de sus mensajes son deficientes y no se logra la penetración ni la recordación necesaria, a veces ni el alcance.

En este caso, lo peor es que Morena, como partido político, es un cero a la izquierda. Ellos pocas veces han logrado trabajar como equipo. Son mini tribus que están ocupadas haciendo tropezar a sus compañeros, a los que ven permanentemente como adversarios. Solamente para tener mini satisfacciones, ni siquiera para obtener beneficios concretos.

Aun así, las elecciones para el Palacio Rosa, en el 2023, serán muy competidas y ganará quien cometa menos errores. Todo puede pasar, son tiempos inéditos, incluso podría haber cambios en los candidatos perfilados. Es época de elecciones y traiciones. Veremos.

La trasformación fracasó, su gobierno es fallido y ya destruye la democracia