La Guardia Suiza: la fuerza más pequeña con la lealtad más grande del mundo

Con apenas 135 hombres, este ejército renacentista vigila al Papa con entrenamiento suizo, fe católica y tradición implacable. No solo portan lanzas: también dominan armas modernas, vigilancia de alto nivel y un juramento de sangre.de del mundo
Por Wendy del Canto | Son pocos. Apenas 135 hombres vestidos como en un cuadro del Renacimiento. Pero detrás del color, hay acero. Y detrás del acero, hay fe.
La Guardia Suiza es el ejército más pequeño del mundo. Protege al Papa. Lo ha hecho desde 1506, cuando el Papa Julio II pidió soldados suizos. Quería hombres duros, leales. Los tuvo. Y aún los tiene.
Cada uno debe ser suizo. Católico. Soltero. Joven. No puede medir menos de 1.74 metros. Tiene que haber pasado por el ejército de Suiza y no debe tener manchas en su historial. Vienen con disciplina. Se quedan con propósito.
Sirven 26 meses. Algunos más. Pocos se quedan para siempre. Los entrenan para prever ataques, leer rostros, resistir golpes, disparar sin temblar. Aunque llevan alabardas, saben usar Glock, MP7 y táctica moderna. Sus instructores vienen de las fuerzas suizas. La amenaza puede ser un loco, un fanático, un oportunista. Ellos lo saben.
Duermen en cuarteles sencillos. Vigilan las puertas del Vaticano y acompañan al Papa en cada paso. Trabajan hasta 60 horas por semana. El sueldo no es lo que los sostiene. Lo hace la fe. El deber. La historia.
Cada 6 de mayo, juran lealtad. Levantan la mano. Juran morir si es necesario. Recuerdan a sus compañeros caídos en 1527, cuando defendieron al Papa Clemente VII hasta la última lanza.
Van a misa todos los días. Visten uniformes hechos a mano. Son parte del paisaje, sí. Pero, también son parte de una maquinaria de seguridad invisible, que no descansa.
Más allá del espectáculo, la Guardia Suiza es símbolo. Lealtad sin fisuras. Tradición sin fecha de caducidad. En un mundo que cambia cada hora, ellos permanecen. Quietos. Atentos. Letales si hace falta. Y fieles. Siempre fieles.