AMLO conduce la sucesión mientras demuele la democracia; la oposición desconcertada.

amlo destruye contrapesos y democracia
Adncoahuila

Por: Jorge Arturo Estrada | El presidente conduce el proceso electoral. Él marca el ritmo de la elección presidencial, no sólo la de su partido, también la de la oposición. Simultáneamente, busca colocar a sus piezas en la Suprema Corte de Justicia, en el Tribunal Electoral y despojar de contrapesos al poder ejecutivo desapareciendo a los organismos autónomos a los que se niega a respetar y obedecer. En suma, a seis meses de elegir a su sucesor, AMLO se mantiene como el hombre fuerte del país.

Ante el surgimiento de, Xóchitl Gálvez, como figura opositora, Andrés Manuel López Obrador, rápidamente reaccionó para intentar neutralizarla. A sus paleros y propagandistas, en medios y en redes, se les paga para que la ataquen y la desprestigien. Esto lo han ido logrando, la aspirante del Frente Fuerza y Corazón por México ha perdido impulso y está en dificultades para poder alcanzar a la morenista Claudia Sheinbaum.

Los medios claudican, muchos pasan por serios problemas económicos y son presionados con fuerza desde Palacio Nacional, y le hicieron el vacío a Xóchitl durante un par de meses. Gálvez no encuentra la forma de mantener visibilidad, le faltaba profesionalizar a su equipo de precampaña. Su proceso de selección tuvo un final atropellado. Los viejos políticos que compitieron con ellas se aferraron a sus mañas y terminaron ensuciando al proceso. Silvano Aureoles, Miguel Mancera y Beatriz Paredes intentaron quedar como finalistas, consiguieron “votos” a través de estructuras partidistas en solamente dos o tres estados. En contraste, entre la población abierta fracasaron ampliamente.

Adicionalmente, las encuestadoras le hacen el juego al presidente y colocan a Claudia con 40 y hasta 50 puntos de ventaja. Las principales empresas de este rubro trabajan para el gobierno federal, el de la ciudad de México, los de las gobernaturas morenistas y el partido guinda. Marcelo Ebrard denunció las tácticas que emplean, de alertar a las zonas de las muestras y propagandear en ellas. Trabajan el abstencionismo opositor desalentando votantes. Haciéndoles creer que este “arroz ya se coció”; y así, generar ausencia del voto de castigo en las urnas.

Vivimos en un país de tumbas clandestinas y cientos de miles de muertos, como consecuencia de un estilo personal de gobernar que resultó tóxico. Es un gobierno populista que domina el proceso de la comunicación. Que doblegó a los medios de información y a las encuestadoras aprovechando las coyunturas actuales.

Ahora, en plena campaña electoral, fiel a su estilo, inserta los temas que distraigan a la opinión pública de esos enormes fracasos gubernamentales en seguridad, salud, calidad de vida, escándalos de corrupción y endeudamientos. Le molesta que le señalen que ya agotó las reservas financieras y los fideicomisos, generados por décadas; también, que le señalen que la CFE y Pemex están en quiebra y son barriles sin fondo. Y que su gestión está manchada de corrupción.

En su esquema de poder, para él basta ganar una elección, y manipular las siguientes, para sentirse legitimado y amado por el pueblo bueno, para siempre y para todo. No le importa mentir, robar ni engañar. Cada día construye su Cuarta Transformación mientras debilita a las instituciones y los contrapesos.  Le molesta rendir cuentas, le enfada someterse a la constitución, a sus leyes y a sus poderes.

Los mexicanos somos fatalistas y apáticos. Sin embargo, no hay que perder de vista que en el 2024 estará en juego la vida democrática que tardamos muchas décadas en construir. Será interesante conocer si al presidente le bastarán su discurso triunfalista de las mañaneras, y sus obras magnas, para contener el desprestigio, que podría consolidarse a partir de una avalancha de denuncias periodísticas, respecto a la corrupción que se generó en el gobierno que prometió ser diferente e incorruptible. Las cosas vienen intensas, veremos.