La captura de los tres poderes: el camino del obradorismo hacia el poder absoluto
Con una hegemonía aplastante en el Legislativo y una embestida inusitada al Judicial, el proyecto de Morena se perfila hacia el control total. Con el Legislativo y el Ejecutivo en manos de Morena, AMLO apunta ahora al Poder Judicial. La eliminación de órganos autónomos y un centralismo extremo amenazan el futuro democrático del país.
Por: Jorge Arturo Estrada | Primero, al diablo con las instituciones. Enseguida, imponer un régimen autoritario. Luego, implementar un gobierno tóxico con escaso desarrollo, y progresiva dependencia de los programas sociales. Se trata de persistir en la polarización y la demagogia; y, de presumir logros inexistentes. Así transcurrió el sexenio de López Obrador, así se perfila el nuevo.
Con su hegemonía en el Poder Legislativo y los congresos locales, el obradorismo de Andrés Manuel, ya controla las leyes y la Constitución. No obstante, buscan, también, apoderarse del Poder Judicial por medio de la elección, por voto popular, de todos los juzgadores, tanto federales como locales.
Así, Morena, controlará las candidaturas, a juzgadores, por medio de los Comités de Evaluación y utilizará su poderoso aparato electoral para movilizar a los votantes, quienes, por supuesto, elegirán a cuadros cercanos a la 4T.
De esta forma, dominarán a los tres Poderes de la Unión: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Ya también, anunciaron que debilitarán o desaparecerán a los órganos autónomos del Estado, salvo al banco central. No habrá, en este sentido, contrapesos políticos al Poder Ejecutivo.
La visión centralista de una ciudad de México con economía subsidiada, con una serie de obras públicas y servicios subsidiados, predomina. Así, desde allá, con esa visión tan estrecha, se diseñan los programas, las obras y los presupuestos estatales. Además, son adicionados con programas y obras, surgidas de las filias y las fobias, personales, de los presidentes.
Su marco referencial, es estrecho, la capital del país, es un fenómeno sociopolítico que dilapida decenas de miles de millones. Es un monstruo que emergió al final del período conocido como el Milagro Mexicano y las catastróficas crisis subsecuentes. Es una urbe, en donde el empleo informal predomina, con millones de habitantes viviendo marginados, muy alejados de los centros de trabajo. Ellos, viven atrapados por una ciudad enorme que no progresa armónicamente, excepto para las élites y los extranjeros.
Entonces, tenemos un gobierno compuesto por defeños, con visiones capitalinas y provincianas, obsoletas. Que son Incapaces de percibir y comprender que el desarrollo dinámico del país está lejos de las chambas federales, los puestos de tacos y los tianguis. Y, que son incapaces de comprender que los motores económicos del país están en diversas entidades federativas.
Un presidente, autoritario, instaló a Pemex y a la Comisión Federal de Electricidad en el centro de su estrategia. Los resultados del sexenio fueron malos, sin progreso ni desarrollo. El peor de los últimos 40 años. Así, se registró un endeudamiento creciente y un gasto desordenado, con una soberanía energética cara, obsoleta y que se convirtió en un lastre para la economía.
En consecuencia, Pemex, calificado con bonos basura, es rescatado mediante decenas de miles de millones de dólares, y sólo produce gasolinas malas y caras. Aun así, somos deficitarios y requerimos importarla. En contraste, las refinerías texanas operan con 500 empleados, mientras que las mexicanas con lo hacen 5 mil sindicalizados, cada una. La CFE, también entró, de lleno, al terreno de las pérdidas, la opacidad, la corrupción y el endeudamiento.
La deuda de Pemex asciende a 97 mil millones de dólares. Pese a los miles de millones abonados por el gobierno de AMLO. Así, Pemex pierde, cada día, 900 millones de pesos. La petrolera estatal produjo, en abril de 2024, solamente 1.47 millones de barriles de crudo diarios, su peor nivel en 45 años,
En lo político, los partidos están casi en ruinas, el Partido de la Revolución Democrática ya desapareció. En el Partido Revolucionario Institucional, Alejandro Moreno se impone como líder, y se dan más deserciones. Su debilidad en 28 entidades federativas ya es muy evidente. Ya cayó el tercer lugar nacional, en votaciones, y no se ve cómo se recupere.
Por su parte en Acción Nacional, el grupo de Marko Cortés se aferra al poder. Con cuatro gobernaturas es la segunda fuerza política del país. Pero está muy alejada del poderío de Morena, que agrupa a 24 en su 4T. Ya perdieron Yucatán y Tamaulipas. Son un grupito de blanquiazules los que se reparten puestos entre ellos, Sin militancia amplia, muy alejados de ls ciudadanos, sin figuras relevantes, y convertidos en “cacha votos”.
En Morena, Andrés Manuel López Beltrán se perfila como el hombre fuerte. Designado como secretario de organización, se encargará de escoger candidatos y de exigir lealtades a los funcionarios y legisladores, de la 4T, cuando sea necesario. Con una votación de más del 43 por ciento en la elección de diputados federales, Morena será el partido que se llevará la mayor parte de las prerrogativas.
Parecía que lo peor, para el país, había sido la corrupción de los personajes que encumbró Enrique Peña Nieto. Sin embargo, faltaba ver empoderados a los Noroñas, Monreales, Adán Augusto, Alito, Marko, Marcelo, Alcalde, Mario Delgado, los Batres, Cuauhtémoc Blanco, Barttlet, Durazo, Corral, Nahle, Cuitláhuac García, Saldívar, etcétera.
De esta forma, llegamos al momento de la crisis constitucional y del choque frontal de poderes. El discurso oficial es que los votos les dieron el mandato para desaparecer al actual Poder Judicial. La turbulencia arrecia. Veremos.